miércoles, 27 de noviembre de 2013

“Y es que”: De la erudición a la muletilla barata

La primera vez que lo vi su aspecto era el de un erudito.
Era el elegante inicio de frase en un artículo de algún diario europeo.
Meses más tarde tropezaría con la distinguida frase por accidente en un artículo periodístico de un diario latinoamericano.
No percibí cuándo había cruzado el charco.
Lo habría recibido para tener una charla sobre sus orígenes.
Después empecé a verlo demasiado en artículos regionales.
Se repetía hasta el hartazgo. 
En cuestión de días ya estaba en Centroamérica y saltó casi inmediatamente a diarios locales.
Al verlo ahí ya había perdido todo su brillo, su magia, su aire de erudición como inicio de frase.
La frase “Y ES QUE” está en todas partes ahora.
Se le usa de vicio.
Ya no vida a un párrafo, ahora uno se lo tropieza y hasta quisiera borrarlo de la página.
Acabo de leer un artículo sobre la vida de García Lorca y su periplo por Nueva York. No lo terminé.
Me vine a escribir esto porque llegué al punto en donde apareció de nuevo la infame muletilla “y es que…”
Imposibilitado de pedirles a escritores y periodistas que dejen de usarla, tampoco puedo intervenir en los juicios y entresijos mentales de un editor para que borre su utilización.
Me encuentro atrapado por la frase.
Me persigue.
Evito leerla en cuanto percibo su presencia.
En ocasiones, leyendo la primera línea de un artículo, ya sé que más abajo aparecerá.
“y es que…”
¡Malhaya!
El artículo sobre Lorca iba así: “No hay otro poeta español tan enlupado, tan perseguido, tan buceado. Todo lo que sucede en su jurisdicción es y ha sido motivo de pesquisas y expediente. Y es que al creador genial y fulgurante se suma el hombre malogrado en un 'swing' perfecto y compacto.
Era un párrafo impecable hasta que apareció la frase.
Si se le quita “y es que” hasta suena mejor. 
Mucho más directo.
No tengo idea de donde salió esta muletilla y mucho menos comprendo la adicción a ella.
Ya me da la impresión de que no existe artículo de fondo y hasta noticias en donde no se utilice.
La persona que la utiliza quiere impregnar una atmósfera coloquial con ella y al mismo tiempo proyectar una erudición al imponer datos que el lector desconoce al menos en apariencia.
Casi puedo ver cómo el autor o autora inicia el arqueo de las cejas demostrando un desborde de conocimientos infinitos - “Y ES QUE…” – lleva también un Martini o un Coñac en la mano – “Y ES QUE…” – tiene detrás un librero con miles de ejemplares – “Y ES QUE…” - “Y ES QUE…” -“Y ES QUE…” -… “¿Y ES QUE QUÉ?!” me pregunto yo.
Soy testigo del nacimiento y llegada al poder de una frase que ya aborrezco.
Lo peor de todo es que nunca esta frase se había escrito tantas veces como lo acabo de hacer.
Bien por mí.
Postración mental.
La frase levanta vuelo pero ahora en harapos, porque la elegancia la perdió hace tiempo.
Su uso y abuso la volvieron vulgar, de uso común.
Que tome nota, porque así mismo estoy seguro, nació “o sea”.