lunes, 11 de marzo de 2013

Loma Abajo al Infierno.


La historia se dibujó en cuestión de segundos.
Y como en los viejos tiempos me tiré al piso, cuaderno y pluma en mano, y tracé los párrafos como si los dictara un maestro oculto e invisible.
El bajo marcó el camino cual machete en la espesura de una selva indómita. 
La guitarra y el galopar trepidante de la batería siguieron al bajo en su estropicio.
Yo lo sabía: estábamos yendo todos Loma Abajo directo al Infierno.
Esta era una ruta que hacía algún tiempo no cruzábamos.
Pero ya era hora de regresar a ese viejo camino pavimentado en azufre.
Estaba claro y lo notaba en cada mirada y cada gesto: absoluta sintonía.
La batería es uno de los tres pilares que sostienen la ruidosa bravura de nuestra banda.
Esta era la segunda oportunidad que teníamos con un nuevo integrante; aliado y amigo de antiquísimas batallas etílicas, quien masacra con sincronía marcial los tambores.
Y lo hace con absoluta soltura.
Las estridencias están en su lugar nuevamente.
Exultantes sonreímos y arremetemos al ataque en una segunda toma de una historia que acabamos de escribir en cuestión de minutos.
La canción narra la historia de un conductor y su camión de volquete cargado de pesadas rocas.
Conspicuo por su afección a la velocidad y al peligro constante, toma el volante y se embarca en una misión suicida.
En su trayecto el osado anticipa una empinada loma y en lugar de reaccionar como cualquier humano común, acelera.
“El miedo es divertido al borde de la muerte”.
Con esa idea en la cabeza este personaje aplasta el acelerador hasta hacerlo desaparecer en el piso.
Un detalle importante de esta futura desgracia es el conocimiento previo del intrépido sobre la falta de frenos en su vehículo.
“Nadie se atrevió a revisar el motor ni los frenos”.
Este sino aumenta el grado de diversión por cuanto no existe escapatoria a la tragedia.
El único lugar al que puede acceder con esta monumental imprudencia es el infierno.
“Loma abajo al infierno! Loma abajo al infierno!” canté a todo pulmón como coro de esta historia.
El ritmo es trepidante.
Y la magia de la creación renació en ese minúsculo momento cuando todos nos pusimos de acuerdo por aquel instinto primario y silencioso que solo se genera cuando todas las piezas encajan en su lugar.
Y hasta ahora parece que así es.
Fue el domingo 10 de marzo del año 2013.
Los oídos aún retumban con el escandalo generado. 
Para esta canción aventuramos la noción de que el blanco del conductor sería un bus colegial cargado de criaturas a final de la loma.
El cierre de la canción en mi mente termina un segundo antes de la tragedia.
Como si se tratara de una  película, un rayo de luz ciega al conductor y a la audiencia.
Ya tenemos una canción nueva.
Es bastante probable que la probemos en vivo.
Ya era hora de que 2 TONYAKAMA tomara el volante y arrancara los motores.
Ya acordamos nuevos ensayos.
Queremos retomar la vieja costumbre de reunirnos por el prurito de hacer mucho ruido, crear estridencias y tomar cerveza, mucha cerveza.