Magnífico.
Magnificado.
Mega-egocéntrico.
Perfecto.
Súper perfecto.
Iron Man es el superhéroe que todos los de mi generación quieren ser.
Personas que cruzan la treintena y de forma silente aspiran transformarse en este magnífico cóctel de saludable rudeza, artes marciales mixtas y riqueza sin gluten.
Una combinación que te garantiza una súper personalidad tan encantadoramente arrogante que te impulsa a la perfección humana absoluta.
Por supuesto, perfección moderna, perfección chic, a la moda.
Y nada más qué decir.
Con el dinero compras, complaces, seduces y conquistas, mientras que con tu súper fuerza puedes doblegar opiniones a tu favor e intimidar al resto de los mortales.
¿Así quién no quiere ser un súper héroe?
Estás a tiempo de convertirte en Iron Man: ¡Es hora de renovar tu carnet del gimnasio!
A veces he logrado encontrar paralelismos entre la exacerbación de las artes marciales mixtas, este renovado culto al cuerpo – justificado con el indiscutible argumento de mantenerse saludable – el vegetarianismo y las películas de superhéroes.
Es como si la doctrina de la caricatura del pánfilo Capitán Planeta haya tomado esteroides y ahora sea este mismo en otra ropa quien comande con hilos invisibles la conformación de un ejército de súper hombres que enhorabuena salvarán al planeta sin gluten ni transgénicos.
Lo que me parece más genial de toda esta conspiración fortachona y verde es que no admite discusiones: No puedes discutir que el planeta está en aprietos y todos debemos hacer algo, no se admiten discusiones ni argumentos en contra de la salud y mucho menos se puede decir nada en absoluto de la batalla por la superación personal, aquella que te impulsa a ir más allá de tus límites aunque se te rompan los ligamentos de las rodillas que no pueden contra tu sobrepeso mientras corrías 20 kilómetros.
Ya Iron Man estrenó el tráiler de la tercera entrega de su película.
No he visto ni una sola de estas obras maestras de la meca del cine.
Tampoco me ha seducido la personalidad de este ficticio multimillonario modelo de grandes no de chicos, porque los chicos están aún enredados en las fabulosas sagas de lobitos y vampirismos.
Aunque admito y admiro los dotes actorales de R. D. Jr. Debo admitir que ninguna de las tres películas me ha llamado la atención.
Antes veía estas películas sin mayor aspaviento.
Disfruté las entregas del más cáustico y oscuro Batman por ejemplo, sin embargo, no pude terminar de apreciar Thor, que encontré demasiado caricaturesca.
Pero es cuestión de gustos naturalmente.
Y aquello del culto al súper humano, el vegetarianismo, y decirle “no” al satánico gluten, son también cuestión de gustos.
Lo lamento.
No existe activismo en Facebook que me convenza de nada hoy en día.
Y mucho menos de meterme al cine a ver cómo un multimillonario fanfarrón gana otra batalla salvando al mundo, mientras nuestros humanos normales siguen ejercitándose sin cesar, alimentándose de ensaladas de ideales, siguiendo nuevas tendencias alimenticias para la superación personal.
Yo abriré otra cerveza.