jueves, 2 de agosto de 2012

Yo no apoyo al rock nacional.


Permítanme explicarme.
Por años he escuchado la frase: “hay que apoyar al rock nacional”.
Por algún motivo esa frase de tanto escucharla me empezó a sonar pordiosera, limosnera, lastimera, debilucha y anacrónica.
Aquella misma frase empecé a entenderla como un mandato incontestable, casi un reproche, indicando que había que salir de casa, pagar una entrada, pararse frente a un escenario y aplaudir, gritar y sacudir el piso por cualquier banda por mala, malísima, pésima o inútil que fuese.
Entonces llegó el punto en que me dije ¡BASTA!
Y apliqué el mismo principio que utilizo con las bandas extranjeras que escucho: solo voy a los shows de las bandas que me gustan o me interesan, todas las veces que pueda.
Basado en esa premisa, eso explica por qué fui a ver Metallica y no me inmute por NOFX, por ejemplo.
Ambas bandas legendarias, buenísimas en su territorio, sin embargo una de las dos me habla más a mí que la otra, una me gusta más que la otra, por una estaba dispuesto a gastar mi dinero, por la otra no.  Hubiese ido por la curiosidad a aquella segunda, pero encontré otras cosas que hacer que me distrajeron de rumbo. Al final es cuestión de gustos, lo lamento.
Por ende, siguiendo mi principio, solo bebo y levanto mi trago con las bandas que me mueven el piso. Solamente grito, me aprendo los temas y soy fanático de aquellas bandas que se acoplan al estilo de rock que me gusta.
También aplaudo el esfuerzo de aquellas otras bandas que aunque su estilo no es mi favorito, si demuestran que son absolutamente dueños del escenario y no temen mostrar lo que genuinamente hacen mejor: tocar bien.
Me parece que algo debe quedar claro:  El hecho de ejecutar un instrumento, invertir tiempo y dinero en crear música, no te garantiza el derecho de capturar a una audiencia que sencillamente no le interesa escucharte. 
Tampoco puedes abrogarte el derecho de obligar al público a verte y gustarte, si no pones de tu parte, si no conectas con el público enfrente del escenario.
Lo que quiero decir es que existe una responsabilidad con las personas que fueron a verte. 
Tienes que convencerlos de que mereció la pena invertir cinco o tres dólares. 
Y si lo logras, la próxima vez vendrán y traerán a sus amigos, y después un desconocido en la calle te parará y sin conocerte te llamará por el nombre de tu banda.
Se trata, según lo veo, de un principio de deberes y derechos.
Tu como banda de rock tienes el derecho de tener sitios donde tocar, el derecho de hacer la música que te de la gana, el derecho a convocar a una comunidad para disfrutar de tu música.
Pero al mismo tiempo, tienes el deber de entregarte cien por ciento en el escenario, tienes el deber de hacer sentir al público una pizca de lo que pasa en tus letras, tienes el deber de saberte tus propias canciones y mostrarlas con la mayor potencia posible.
Por eso, de mi parte, si escucho una banda que desafina, suena mal, que no se preocupa por hacer buenas canciones y que, encima y sobre todo, no les interese dar el 100% cuando están en el escenario al proyectar su música a la audiencia, entonces no se merecen ni un minuto de mi tiempo.
Para mí no se trata de apoyar o no.
No es mi culpa que un show no se llene.  Pregúntenle a la banda si ha cumplido con su deber.
Una buena banda puede tener una audiencia de cinco a diez personas las primeras cinco veces que toquen, pero si se hace el trabajo y se cumple con los deberes para con su público (entregando un espectáculo como si fuera para un estadio repleto) la próxima ocasión tendrán a un cúmulo humano que no querrán perderse ni una sola canción.
Así que, me gustaría que en algún momento cambiemos aquella frase de “apoyemos el rock nacional yendo a tal o cual show”, por una que diga “no te pierdas este show porque estará buenísimo” o “mira por primera vez a esta banda que no ofrece disculpas ni concesiones solo rock”.
Así sí se construye una comunidad que vaya con frecuencia a los bares y festivales.
Algo que me gusta de esta época es que ya se han dado muestras palpables de que esto resulta: las bandas que fueron al Festival de Rockistmo eran todas buenísimas y entregaron todo lo que pudieron sin absolutamente nada que envidiar (y en ocasiones un poco superiores) a las bandas extranjeras.
Hay bandas tan buenas que no saco de mi iPod.  Así es como se construye una comunidad de rock.
Ahora por aquellas bandas que están haciendo un buen trabajo: ¡Excelsior!