miércoles, 22 de agosto de 2012

La mañana que transcurrió sin mi


Era una refrescante noche etílica
Mis ideas no eran capaces de enfocarse
La lucidez se escapaba o amenazaba con escapar
Tres líneas escritas me hicieron cambiar de rumbo
Regresó la lucidez absoluta
Ni siquiera el licor podría sacarme de esa sensación de díscola alegría
Mis ideas se dirigieron a un solo sitio
No parecía real
Aún no lo creo
Aunque había abandonado mi casa y estaba en la calle
Aquellas palabras inofensivas a la vista pública pusieron música en mis oídos
Después el acercamiento atónito
Estuve en un balcón mirando hacia abajo
Un papanatas hacía grandes aspavientos de borracha alegría a sus amigos
Ellos cual súbditos plebeyos en torpe sumisión, celebraban sus payadas
“No lo mires mucho, ese tipo es un peleón”
La recomendación era válida
Aunque al mismo tiempo inútil
Mi atención se centraba en otro universo absolutamente distinto
No me interesaba el comportamiento de aquel a quien todos celebraban y que hacía mucho ruido y trataba con rudeza descomunal a una chiquilla que más bien parecía temerle
Nada de eso me interesaba realmente
Sino la música en mi cabeza que se intensificaba
Cuya amplificación crecía a medida que volteaba la mirada a aquel otro punto de interés
Hacia donde mis ideas y pensamientos se estaban diluyendo
Volví a mirar al torpe grandullón de los aspavientos
¿Qué cabeza vacía podría tratar a una mujer de esa forma?
La de él, estaba seguro
Abruptamente se regó un trago que precipitó lo que sospecho fue una colisión de coincidencias
La música en mi cabeza seguía con generosa elocuencia
Pero no era la que se escuchaba en aquel bar
Era otra, una música interna que únicamente escucho en un determinado momento
Si tuviera que explicar esta sensación con alguna canción lo haría con “Let’s Get It On” de Marvin Gaye
Entonces algo pasó que borró todo a mi alrededor
No existían ni el bar, ni aquel balcón ajeno, ni el grandulón adulado de ademán torpe y tabernario
Tampoco existía la música original del bar
Ni siquiera existía la noche que transcurría con taciturna parsimonia
No existían mis amigos con los que había caminado largo rato bebiéndonos la noche
Existían esas palabras frente a mí en ese momento absoluto y eterno
Existían esa risa, la mirada, la insistencia en permanecer de pie
También estaban los accesorios, la piel en perfecta armonía y la desbordante simpatía
Sé que existían mis palabras porque las escuchaba en estrepitosa torpeza colisionando en frases de adulación
Y la noche seguía
Entonces el bar cerró y nos fuimos
La amistad, la risa y la complicidad del alcohol después de la hora oficial nos reunió a todos en mi casa
Ahora sí estaba en mi balcón
Mi mente no ofrecía crédito a los acontecimientos
Era demasiado para una sola mente (ahora sí) en franco deterioro etílico
Después me quedé solo bebiéndome lo que quedaba de la noche
Hasta que salió el sol
Tenía un vaso con seco, coca-cola y hielo
Solo entonces me fui a la cama
Esa noche marcó el inicio de varios días de disturbios internos
Rememoro mi último escrito aquí y me río
¿Qué fue de su autor y de las ideas que lo generaron?
No lo sé
La mañana transcurrió sin mí
Cuando desperté era casi mediodía y hora de ver el fútbol fuera de casa
El desvelo de los días siguientes ha merecido la pena
Hasta que no aparezca la conclusión de esta historia que aún se escribe
No estaré seguro si se trata o no de un fabuloso y fantástico sueño
Algo es cierto, la voz de Marvin Gaye sigue en mi cabeza.