Era una refrescante
noche etílica
Mis ideas no eran
capaces de enfocarse
La lucidez se escapaba
o amenazaba con escapar
Tres líneas escritas me
hicieron cambiar de rumbo
Regresó la lucidez
absoluta
Ni siquiera el licor
podría sacarme de esa sensación de díscola alegría
Mis ideas se
dirigieron a un solo sitio
No parecía real
Aún no lo creo
Aunque había
abandonado mi casa y estaba en la calle
Aquellas palabras
inofensivas a la vista pública pusieron música en mis oídos
Después el
acercamiento atónito
Estuve en un balcón
mirando hacia abajo
Un papanatas hacía
grandes aspavientos de borracha alegría a sus amigos
Ellos cual súbditos
plebeyos en torpe sumisión, celebraban sus payadas
“No lo mires mucho,
ese tipo es un peleón”
La recomendación era
válida
Aunque al mismo tiempo
inútil
Mi atención se
centraba en otro universo absolutamente distinto
No me interesaba el
comportamiento de aquel a quien todos celebraban y que hacía mucho ruido y
trataba con rudeza descomunal a una chiquilla que más bien parecía temerle
Nada de eso me
interesaba realmente
Sino la música en mi
cabeza que se intensificaba
Cuya amplificación
crecía a medida que volteaba la mirada a aquel otro punto de interés
Hacia donde mis ideas
y pensamientos se estaban diluyendo
Volví a mirar al torpe
grandullón de los aspavientos
¿Qué cabeza vacía
podría tratar a una mujer de esa forma?
La de él, estaba
seguro
Abruptamente se regó
un trago que precipitó lo que sospecho fue una colisión de coincidencias
La música en mi cabeza
seguía con generosa elocuencia
Pero no era la que se
escuchaba en aquel bar
Era otra, una música
interna que únicamente escucho en un determinado momento
Si tuviera que
explicar esta sensación con alguna canción lo haría con “Let’s Get It On” de
Marvin Gaye
Entonces algo pasó que
borró todo a mi alrededor
No existían ni el bar,
ni aquel balcón ajeno, ni el grandulón adulado de ademán torpe y tabernario
Tampoco existía la
música original del bar
Ni siquiera existía la
noche que transcurría con taciturna parsimonia
No existían mis amigos
con los que había caminado largo rato bebiéndonos la noche
Existían esas palabras
frente a mí en ese momento absoluto y eterno
Existían esa risa, la
mirada, la insistencia en permanecer de pie
También estaban los
accesorios, la piel en perfecta armonía y la desbordante simpatía
Sé que existían mis
palabras porque las escuchaba en estrepitosa torpeza colisionando en frases de
adulación
Y la noche seguía
Entonces el bar cerró
y nos fuimos
La amistad, la risa y
la complicidad del alcohol después de la hora oficial nos reunió a todos en mi
casa
Ahora sí estaba en mi
balcón
Mi mente no ofrecía crédito
a los acontecimientos
Era demasiado para una
sola mente (ahora sí) en franco deterioro etílico
Después me quedé solo
bebiéndome lo que quedaba de la noche
Hasta que salió el sol
Tenía un vaso con
seco, coca-cola y hielo
Solo entonces me fui a
la cama
Esa noche marcó el
inicio de varios días de disturbios internos
Rememoro mi último
escrito aquí y me río
¿Qué fue de su autor y
de las ideas que lo generaron?
No lo sé
La mañana transcurrió
sin mí
Cuando desperté era casi
mediodía y hora de ver el fútbol fuera de casa
El desvelo de los días
siguientes ha merecido la pena
Hasta que no aparezca
la conclusión de esta historia que aún se escribe
No estaré seguro si se
trata o no de un fabuloso y fantástico sueño
Algo es cierto, la voz
de Marvin Gaye sigue en mi cabeza.