El día arrancó nublado y se detuvo. Eran las 7:31 de la mañana. El sol no daba aviso de querer salir a enseñar el rostro. Y la mañana seguía detenida. Mi memoria empezó aquel ejercicio en reversa buscando amaneceres parecidos y no ubicó ninguno en diciembre, sino en meses de lluvia y días de la infancia cuando caminabas descalzo y sentías el frío en los huesos y luego te despertabas cuando le ponías desprevenidamente el pie a un soldadito plástico.
Mientras disfrutaba de mi café matinal y del sonido de la lluvia, sucedió algo: perdí de un soplo toda la música que tenía en mi iPod. Fue un borrón y cuenta nueva de un listado imposible de recordar ahora mismo.
Hay veces que debes perderlo todo para darte cuenta de que no has perdido absolutamente nada en realidad. Esto me ha pasado antes. Cuando pierdo algo me siento más liviano. Hay un vacío pequeño que se genera en un lugar desconocido que no logra tocar tus entrañas pero que está ahí.
Cuando estaba más pequeño y empezaba a obsersionarme con el rock ponía un cuidado extremo en las grabaciones que conseguía y si perdía alguna (aunque raras veces sucedía), me exasperaba y mi frustración alcanzaba niveles melodramáticos.
Pero un día llegué a una conclusión que me ha servido hasta hoy en día. Pasó, como dicen algunos, en un momento desprevenido: un disco que había perdido regresó a mis manos de la manera más normal (naturalmente cuando ya lo había dado por perdido)... ahí tuve aquella epifanía - me dije - "toda la música que pierdo regresa algún día".
Ni bien había dado fin a mis pensamientos y empezó a suceder. Eso le dio una tranquilidad a mis huesos que no le había dado jamás antes placer alguno.
Por eso, aunque al borde del abismo y sintiendo ese vacío (que ahora reflexiono quizás obedezca a otros motivos) me siento un poco más liviano y, sí, torpemente optimista, sabiendo que podré poner toda mi música nuevamente exactamente donde pertenece. El sol salió cuando empecé a escribir y luego se desató la lluvia.
Ahora la lluvia paró y se llevó al sol a su habitación y creo que están conversando.
Esta es una señal de los nuevos días.
Es bueno perderlo todo, así puedes siempre empezar de cero, sin nada...
La mañana continúa su ritmo después de haberse detenido a las 7:31 a.m. y el vacío está ahí.