miércoles, 6 de mayo de 2009

Las paredes hablan

En mi afán por aniquilar el hastío hice que las paredes hablaran. Y créanme, no dicen cualquier cosa. Lo que ellas escupen son lecciones inmortales tan útiles como una cerveza fría a mediodía bajo 40 grados de calor.
A mi derecha Henry Charles Bukowski me dice que debo “inventarme y después reinventarme, que me mantenga fuera de las cloacas de la mediocridad.
Me dice que debo cambiar con tanta frecuencia que haga imposible una categorización de mi personalidad. Reinventarme porque es mi vida, es la historia y porque el presente me pertenece”.
Cinco grados a la derecha, mi maestro me recuerda que “existen peores cosas en la vida que quedarse solo, pero usualmente toma décadas darse cuenta de ello y frecuentemente cuando lo haces, es demasiado tarde, y no hay nada peor que demasiado tarde”. Todos los días escucho las mismas líneas, una y otra vez, sorbiendo café negro, pensando en la ruta de escape, sentado frente a mi escritorio desordenado con vasos plásticos corporativos, con libros de 1915, amargas bolsas de té verde que saben horrible y una lata para protegerme de las picadas de mosquito.
De la pared habla Hunter S. Thompson. Él piensa que “la verdad nunca se dice entre horas laborables”. Yo me río dándole la razón, sentado en mi escritorio, mirando alrededor sabiendo que tiene razón, y me vuelvo a reír. Entonces, con su humor de francotirador me advierte que si vas a ser un loco, has que te paguen por ello, de otra manera te van a encerrar. Y entre risas y mis soliloquios autocomplacientes engullo esas palabras con cautela. Detrás escucho la voz del legendario vividor Henry Miller; que con su peculiar sombrero a medio lado replica: “a la vida se le tiene que dar un significado por el sencillo hecho de que... no tiene ninguno!”. Y me doy cuenta de que estoy escuchando a las paredes de nuevo y que ellas me enseñan lo que debo saber para seguir mi camino. Entonces Tom Waits hace su aparición y me cuenta una lección que le dio el director Jim Jarmush: “Rápido, bueno y barato... escoge dos. Si es rápido y barato, no será bueno; si es barato y bueno, no será rápido; y si es rápido y bueno, no será barato. Rápido, bueno y barato... escoge dos para vivir”.
Entonces escucho las palabras de Iggy Pop que está tan harto de muchas cosas como yo y advierte que se ha vuelto hacia los libros más que nunca y que lo único que busca es “un balance entre la alegría y la dignidad en su camino de salida, pero sobre todo, no quiere lidiar con más basura, con la basura de nadie”. Entonces quedo atento a los consejos de Juan Marsé sobre escribir cuidando el lenguaje y los pensamientos más pesimistas y tristes del mundo a cargo de Ferdinand Céline, a quien también le doy toda la razón... lo único que me queda es escuchar a la puerta que describe el código de silencio de la mafia que incorporó Lamb Of God en una de sus canciones y que termina dramáticamente: “Si sobrevivo te mataré, si muero; estás perdonado. Esta es la ley del honor”.
Las paredes me siguen hablando. Me cuentan estas cosas, me inspiran me apoyan, me animan. Al escucharlas me doy cuenta de que existe un universo allá afuera, un universo alejado de todo esto que tengo enfrente.