domingo, 3 de mayo de 2009

Domingo de elecciones y lecciones.

La lluvia está cerca. Puedo olerla. La ciudad está sumida en las votaciones para un nuevo presidente mientras el fresco rocío que anticipa a la lluvia lo cubre todo. Desde el balcón de mi casa todo se ve muerto, gris, nublado, taciturno. No hay rasgos de fiesta ni de alegría, pero tampoco de lo contrario. Mi café está caliente. Lo sorbo. Es dulce. La lluvia está más cerca. Mañana será un lunes cualquiera, pero en el ambiente habrá un sabor diferente. Habrá lamentos y alegrías nuevas, gente defraudada y otros nadando en esperanza, incluso ahogados por la alegría que se muestra como una invisible mancha que les hace palpitar las membranas y tejidos de aquella válvula que late adentro del pecho. Definitivamente será un lunes diferente. Pero yo me siento igual y seguramente mañana no habrá cambio alguno. Para mí hoy es otro domingo de lluvia que debo aprovechar para sumirme en la lectura, enredarme en la música que como aquel rocío taciturno lo sabe cubrir todo de notas y de ruido acompasado. Es un domingo para disfrutar del café que recorre las venas imprimiéndole velocidad a los pensamientos y acelerando el ritmo cardíaco. Y me hundo aún más al abismo con Stendhal y Bukowski que en su momento se hundieron en sus pensamientos y los escribieron como único método de subsistencia y para mantener la cordura necesaria para llenar el estómago y continuar el ritmo de sus existencias. Estoy al borde. El otro día tuve dos lecciones importantes. Una de ellas vino de parte de una gran mujer, una artista, una cantante rabiosa: Patty Smith. Se había alejado de los escenarios por quince años o algo así y Bob Dylan la convidó a regresar por la sencilla razón de que se necesitaba de su rabia de nuevo. Y lo hizo. Y ella con sus canciones, su poesía y sus visitas a los cementerios donde están Arthur Rimbaud y William Blake me hicieron reflexionar sobre lo delicioso que es crear algo sencillo, puro, violento y al mismo tiempo hermoso. Ninguna de sus canciones es un reto para ningún virtuoso de la música, son acordes sencillos, canciones en donde priman las palabras. Ese ejemplo me puso al borde del pensamiento, de que uno no puede dejar de crear y expresarse, y si te tiras al piso y vives una vida cómoda y normal y sedentaria es mejor que lo hagas dentro de un ataúd de madera barato. El arte es alimento, la fuerza creadora es la catarsis que necesita el espíritu, la rabia el carbón que debe avivar las ideas, encenderlo todo. Crear, crear, crear, escribir, cantar, componer, pintar: lo que sea necesario para decirlo todo y escupirlo afuera. La siguiente gran lección vino de un personaje mucho más lúdico y desgarbado. Vino de Josh Todd. ¿Quién es? El cantante de Buckcherry. Sí, ese mismo. Quizás sus canciones para algunos representan un lado de la música que es necesario borrar, quizás pienses que este tipo de rock está muerto y si no, debió haber muerto debajo de una enorme pila de música “indie” que sí está “de moda”, o pensarán qué se cree aquel que aún guarda aquella vieja actitud a todos ojos despreciable de las bandas glam de los años ochenta… ¿y? sí, Josh Todd me enseñó una gran lección en dos frases sencillas: “Fuck The Man… Live With Passion”. Para aquellos que piensen que la primera parte de este mensaje es una apología al homosexualismo los corrijo. The Man representa al status quo, la normalidad, la comodidad diaria, el orden, las cosas bonitas de la vida, el fen shui, los libros de autoayuda, las grandes corporaciones, la belleza y el dinero como método de diferenciación y aceptabilidad, los gobiernos, las reglas… eso es lo que The Man representa. De modo que la lección es: “Jode el orden, las reglas y la comodidad, Vive con pasión”. Pasión es crear, es hacer algo, construir un lenguaje de expresión por el prurito de la liberación total. Es domingo y tengo dos lecciones importantes que indudablemente me encaminan a seguir por este camino. Y vuelvo a mirar por el balcón y la lluvia no se decide en caer o no, y el gris de la atmósfera se vuelve más denso. Mañana es otro lunes. Un día más al que hay que sacarle el jugo. Es hora de hacer algo. Ahora es tiempo de actuar.