Hoy es 14 de febrero. Los escritorios se abarrotan de globos gigantes en forma de corazones, peluches de Garfield de tamaño humano, cajas de chocolate de triple fondo con mil sabores.
La fecha empuja a la compra de tarjetas, el envío de mails retrasados, llamadas a medianoche, suicidios, borracheras solitarias descomunales, infidelidades, rupturas y acuerdos de relaciones cortas y de otras extenuantemente largas.
Sale el niño rechoncho que ofendiendo toda regla física es capaz de volar con unas diminutas alas y un arco con flecha para atravesar corazones crédulos, atontados, cansados de soledad, del ritmo de la agobiante surrealidad en la que habitan.
Hoy vi varias mujeres vestidas de rojo. ¿Qué es el rojo? Ah! El color del amor. Esperen. ¿El color del amor? ¿En serio? ¿Seguros que no se trata de sangre derramada?, fruit-punch puro o tal vez signo indeleble del comunismo.
Rojo = Amor. Está bien. A la ecuación no le encuentro mucho sentido. Si la mayoría lo acepta, allá ellos. No tengo nada contra el rojo. Es más, es uno de mis colores favoritos, lo usa la selección nacional de fútbol (sí, aquella que siempre pierde en penales o en momentos críticos); me parece una injusticia con el rojo que lo enreden con aquel amor de farmacia, de tienda de recuerdos, de libros de fantasía para quinceañeras o niños bobos.
El amor debe tener más de un color. Creo que sería más divertido si lo pintaran de arcoiris. Ahora estamos mejor. Ah y que enseñaran amor en la escuela como una materia. Que los niños y las niñas aprendieran que los adultos son todos unos idiotas y que aquella vez que se agarraron la mano para cruzar la calle no los convirtió en novios y que si quieres abrazar a un amiguito después de aquel golazo que hizo, está bien y no definirá lo que sea que busque cuando crezcas.
Amor. Sólo en San Valentín es una cobardía, un despropósito. Es como decir: Este es el único día en que podemos mostrarlo y hacerlo, el resto del año volvamos al color gris, a los saludos desde lejos y a olvidar que existes.
El 14 de febrero es un día cualquiera y no debería tener significado alguno más que se acerca el final del mes más corto del año.