El lugar más difícil para estarse en silencio es la iglesia. Cuando yo era chico, recuerdo que ir a la iglesia era como si me dijeran vamos al teatro de la risa sólo a ver payasos ¡Pero no te puedes reír! Entonces me sentaba y me quedaba viendo a la gente y siempre encontraba algún motivo de entretenimiento y soltaba mi risa.
Me acuerdo un día en la iglesia en que una señora me pellizcó pidiéndome que me callara. ¿Cómo lo iba a hacer si el tipo que tocaba el teclado antes de la misa empezó a sonar una canción cirsence? Yo esperaba que saliera un payaso montado al lomo de un pone con un enanito en los hombros que a su vez trajera consigo dos palomas en cada mano en cualquier momento! Este tipo de pensamiento desata la risa comprimida que se convierte en resoplidos hilarantes que me trago a cántaros para evitar la carcajada. Eso me pasa todavía hoy cuando atiendo situaciones en las que se exije "com.pos.tu.ra"!
Otro sitio ideal para reírse involuntariamente es el teatro. Ahora que uno es "adulto" (ja!) y que los demás esperan de ti un comportamiento "normal" (ja ja!) te invitan a una obra de teatro en la que sencillamente suceden cosas que inexplicablemente las demás personas no parecen notar, pero que son hilarantes.
Un día voy al Teatro y me siento en un palco con una cerveza de lata en la mano y cuando miro hacia abajo hay una mujer hablando en un micrófono sobre un viaje inexplicable y fantasioso durante el cual caminó por horas (sin tomar tan siquiera un autobús) y que hacia el final se encontró consigo misma (sin el menor respeto por el sentido común por cierto). Esto me provocó una risa incontenible porque la sala estaba en tinieblas y sólo se veía un vídeo de una mujer que caminaba y caminaba sin exprsión alguna por una carrtera desolada. ¿Arte? Sí, era arte gracioso. Así que me levanté del asiento para evitar el escarnio del público y me retiré, pero no aguanté y tiré una carcajada saliendo por las escaleras de manera tan estruendosa que sospecho que me escucharon. Me odiárán ahora, pero les agradezco que me hayan hecho reír.
No entiendo por qué las personas se toman todo tan en serio. Algunos piensan que son los únicos en su trabajo que son capaces de hacer lo que hacen, ignoran que pueden ser reemplazados en menos de 24 horas. También creen que todo lo que hacen en su escritorio es extremadamente importante y vital al punto del estrés o el ataque cardíaco, sin realizar que en dos días más o menos ya ni se acordarán de aquello que en una instancia fue descomunalmente urgente.
Cuando dejemos esta tierra nadie se acordará de esas cosas que hoy creemos importantes. Fíjense las cosas que ustedes recuerdan de las personas cuando mueren: Si eran graciosas, si tenían siempre un chiste bajo la manga, si andaban tristes, si andaban refunfuñando todo el tiempo, si ayudaban a los demás o si aquellas personas eran objeto de situaciones inolvidables, excéntricas o locas.
¿No se dan cuenta acaso de que todo es una gran broma?
No soy de los que proclamo que "la vida hay que disfrutarla" porque digo, qué queremos decir con "disfrutar"... yo creo que este episodio es como aquellas películas que le provocan una risa hilarante a algunas persona, pero que mantiene a otras en un estado de convulsión, terror y otras sencillamente se salen de la sala. Sí, todo es una gran broma. Y ya.