jueves, 4 de septiembre de 2008

Fantasías de destrucción

Desde hace unos días me sobrevienen fantasías de destrucción.
¿Alguna vez has deseado que un rayo caiga y parta un edificio en dos? Sí, una explosión tremenda que destruya alguna estructura de manera masiva.
Espero en silencio la explosión, el estruendo que me dispare de la cama y haga a todos correr a la calle despavoridos. Desorden. Caos. La tierra abierta en dos. Automóviles cayendo en fosas profundas de donde brota lava hirviente. Así como lo imaginó Wells cuando escribió la Guerra de los Mundos.
Es curioso, a muy pocas personas les comento esto. Hay veces cuando todo está bien y en calma cuando de pronto imagino (sin reflexionar) ¿cómo sería si en medio de una reunión, una ceremonia o un momento de silencio, yo pateara a alguien sin motivo alguno; o tal vez, gritara y empezara a destruir todo alrededor?
¿Alguna vez se han visto presos de fantasías de destrucción? Quizás tuviste oportunidad de quitarle las tuercas a un vehículo o de lanzar una mesa a través de una ventana cinco pisos abajo a la calle para que aterrice en un vehículo.
Un día le pregunté a un amigo con toda franqueza si tenía tales pensamientos.
Él sostenía un cuchillo de cocina y medio kilo de res en un plato a punto de ponerlo en el asador. Me miró riendo y dijo "sí, ya te acabo de apuñalar como cinco veces!".
Creo que existe un punto en que el orden, el ornato, la normalidad se torna monótona y en un ejercicio involuntario mi cerebro (nuestro cerebro) actúa como catalizador de fantasías que, manejadas de manera incorrecta, causarían estragos.
No se asusten. Nunca he llevado a la realidad ninguna de tales fantasías.
Aunque tirar una mesa desde lo alto suena tentador!