Bebí. De nuevo. Era una lata de cerveza fría. Estaba alegre.
No había mejor momento para terminar mi pelea que esa.
No me rendí, extendí mi mano y celebré.
Lo que pensé eterno o definitivo, tomó una semana.
Yo sé que estarás pensando "te lo dije", "eso nada más fue un susto de un rato"...
Y como soy obstinado, respondo: ¿y?