Las opiniones sobre un lugar, música, personas o momentos que adoptamos están muchas veces relacionadas con un buen o mal rato que hayamos tenido.
Por eso, por ese gran momento que pasé en Guadalajara hace una semana - diez dias de sosiego, paz, locura, abandono etílico, diversión - opino en este momento que Guadalajara es un sitio cercano a la perfección.
Allí muchas cosas funcionan. Las personas que conocí y con las que me relacioné - algunas de las cuales he concido en el pasado y que adoro por mis viajes previos a estas tierras - me llevaron por caminos desconocidos y alegres.
Pero esta vez fue mucho más especial. Me fui con dos compañeros de viaje.
Éramos tres soldados con una misión: divertirnos hasta - literalmente - no poder más.
Ahora ellos verían todas esas cosas que yo les trataba de describir de mis periplos previos.
Allí la cerveza no se calienta fácilmente, las películas que venden en las tiendas y que son de consumo general son muchas veces aquellas que acá consideramos "de culto".
¿Vittorio De Sica? A cinco dólares, ¿Stanley Kubrick? Seis dólares. "Ah una delicia!"
Én este último viaje (creo que es mi sexto viaje a México), conocí a un homosexual obsesionado con las partes viriles - era extraño ver actuar a una persona con todos los clichés disponibles - sin embargo, no dejaba de ser divertido, un gran tipo.
Tambíén una amiga de Atlanta me enseñó que las frutas y el alcohol no son necesariamente enemigos.
Ojo, yo escuché a mi padre decir "la gente que bebe cerveza y come sandía se muere", luego escuché los consejos de una amiga cuyo padre (gran bebedor de cerveza) le dijo "nunca combines cerveza y sandías".
Yo viví con miedo ante aquel día que combinara desprevenido ambas cosas. Una noche de cervezas y una sandía a media mañana: bum! fulminado.
Mi amiga nos invitó a todos a la terraza de su casa. Una terraza impresionante. Ella por sí sola es una persona impresionante. Es una chica llena de vida. Siempre alegre, con un arsenal de respuestas graciosas bajo la manga y una encantadora personalidad de sureña americana.
Bueno el día de la fiesta esta genial amiga nos ofreció una sandía cargada.
Más temprano ella le había abierto un hueco a la fruta y le descargó media botella de whisky adentro.
Yo había tomado cerveza todo el día y a la hora de la fiesta lo primero que me ponen enfrente es un pedazo enorme de sandía llena de licor.
En ese momento me dije "puede que no sea tan malo combinar alcohol y sandías después de todo" y me comí no uno, sino cinco pedazos de sandía hartos de licor.
Una delicia al paladar. Un placer que contradecía años de enseñanza cervecera.
En Guadalajara también bebí por primera vez en mi vida Absynth o absenta.
Un licor que está de moda entre los lectores de la revista Revolver por sus supuestos efectos más allá de toda comprensión humana.
No fue la gran cosa debo admitir. Para mí Jägermeister sigue siendo número uno.
En este viaje me di cuenta que debe llegar el día en que me desprenda de todo lo que poseo para ir en busca de ese sueño que sea capaz de pagar mi hipoteca y las deudas que tengo en la espalda. Quizás lo haga, aunque sea poco a poco.
Guadalajara está cerca de la perfección y sus calles están limpias y la gente es amable aunque haya un par de tracaleros por ahí.
La cerveza sabe muy bien allá. Ellos mismos la hacen y tienen muchas. La venden en todas partes y no es un tabú caminar en una plaza con un vaso de foam lleno del enjuague bucal del diablo.
También me encontré con que venden cerveza en el parque de diversiones donde experimenté un miedo terrible en un estúpido aparato mecánico.
Ahí vi a mis amigos volar a 35 pies de altura y me gané unos premios mínimos por anotar a la canasta. Salí de ahí con un bigote falso pintado en la cara y la alegría de quien termina un capítulo nuevo en su vida.
Sí, Guadalajara es la tierra de los labios resecos y las narices llenas de mocos secos coagulados, pero me encanta.
Me encanta porque como dije al iniciar este vómito, todo depende del momento o las personas que enmarcaron esa experiencia. Ahí es donde nacen las buenas o malas opiniones. En este caso es una buena. Una muy buena. No dispongo de fotografías porque no creo en Facebook, pero créanme, fue una experiencia única. No puedo esperar por volver. Ah! Viva México Cabrones! Maldita sea!!!