Luis Alberto Spinetta tenía demasiada música por dentro.
Y ahora que se fue, la dejó en el mundo, en las montañas y nubes y flores y colores y papel y discos y guitarras que ahora mismo están todas tristes.
El estaba flaco porque solo se alimentaba de letras y poesía.
Casi todo lo que hacía me alegraba,
Y todo lo que iba descubriendo de su música me obsesionaba,
Por él dejé de escuchar a Cerati, para siempre. Es algo de lo que secretamente estaré agradecido tratando de no herir las susceptibilidades de quienes escuchan su música.
Hoy cuando me enteré de la noticia sentí un terrible vacío.
Algo se desprendió y se fue.
El primer pensamiento que me viene a la cabeza fue que nunca lo veré en concierto.
Nunca podré decir que lo escuché en vivo.
Nunca pude corear sus canciones con lágrimas escurridas en el desenfreno de un océano de voces que se pierden y unifican al unísono al son de Color Humano, Gabinetes Espaciales o Muchacha Ojos de Papel.
La primera vez que lo escuché fue gracias a Yigo.
Hace quince años fui a su casa detrás de la Universidad de Panamá y me senté a charlar con él largo rato.
Hablamos por horas y escuchamos mucha música.
El puso un disco compacto o un casete (no recuerdo) y me dijo “esto es Invisible”, uno de los proyectos de Spinetta”.
Quedé absorto.
Era monumental.
Yo soy un obsesionado del rock clásico, y saborear ese rock pero bien hecho y en español fue una epifanía.
Yo no tenía idea por aquel entonces sobre la existencia de tal música.
Tenía que tenerla.
Emprendí la búsqueda.
Fue infructuoso.
Nadie que yo conociera tenía música de Spinetta. Nada en absoluto.
Yigo se había ido de viaje y realmente no tuve mucho más contacto con el por aquel entonces.
Al final cuando llegó la época en que se podía bajar música por Internet conseguí a través de mi novia de aquel entonces obtener algunas cuantas canciones de Spinetta.
Fui feliz.
Me las aprendí: El Anillo del Capitán Beto, Muchacha Ojos de Papel, Plegaria para un niño Dormido... Nada más.
De pronto tratar de conseguir su música se volvió más difícil que capturar a Moby Dick.
Y yo busqué por todas partes.
Hasta que llegó el día en que me fui a Argentina en el 2006.
Creo que al segundo día de mi llegada me fui a una tienda de discos y compré todo lo que encontré: Invisible, Almendra, Pescado Rabioso.
Con eso me bastó.
Ahora andaba armado y me aprendía sus canciones y las cantaba solo.
No hay nada que entender de la música de Spinetta. Cuando lo escuchas ves colores y percibes sensaciones de las que solo ofrecen los más grandes.
Spinetta gigantesco.
Realmente aprendí mucho de su música.
Me tomará muchos años lograr escribir alguna vez temas con la genialidad de sus melodías o letras tan cargadas de poesía pesada y alucinante; que a pesar de sonar abstractas tenían mucho más que ver con la realidad de lo que uno imaginaría.
Se fue Luis Alberto.
Se fue el flaco.
Solo espero que mientras durmamos, el se siga robando nuestros color.
Hasta pronto Capitán Beto!