El peor dolor es generalmente aquel que, aunque pequeño e insignificante, se extiende por días y días generando una irritación desproporcionada y angustiante que termina por aniquilarnos.
Es como aquella cortada con hoja de papel en el dedo índice que se reabre y arde cada vez que nos mojamos las manos, o aún peor, aquel insignificante pero persistente dolor de garganta que me ataca en estos momentos.
Me levanto un día y hago una inspección a las glándulas que rodean la garganta. Allí se sentaban dos manchas blancas a cada lado haciendo mi día virtualmente insportable. Cada minucia del día, cada diminuta batalla parece una guerra estresante e inacabable por aquellas dos manchas de bacterias que irritan la natural e intrascendente tarea de tragar.
Recuerdo de niño que esto significaba un tratamiento brutal que involucraba una limpieza total, medicinas, días en cama con fiebre, etc. Ahora no aparece la fiebre y no son necesarios los tratamientos, pero el dolor se hace insoportable hasta puntos que antes desconocía. Entonces con ese dolor incómodo, atemporal, indeseado, los días son interminables letanías de dolor.
Me he alejado del alcohol tratando de que las medicinas hagan su trabajo, pero han pasado dos días y nada. Aún mi garganta inchada y sus dos manchas blancas continúan haciendo mis días imposibles, insoportables. Hasta un sorbo de agua es una patética y dolorosa tarea. Diclofenac, Anginovac, Cataflam... placebos inservibles con los que me engañaba en el pasado ahora no han podido vencer los espantosos síntomas de los que soy víctima.
El dolor es tan persistente que me pregunto si será que de ahora en adelante tendré que convivir con el. Es tremendamente agotador levantarse en las mañanas sintiendo aquellas punzadas absurdas en la garganta.
Los días de enfermedad te recuerdan cuan valiosos son los días normales en los que nada te duele, la garganta sigue atracándose de cuanta basura le dispares y las noches tranquilas y relajantes.
Si el tratamiento que llevo ya por tres días (que parecen ya una eternidad) no funciona, tendré que ir al médico para que me recete exactamente lo mismo, sin embargo, mi cerebro traducirá la consulta como un efectivo tratamiento hacia la normalidad y me curaré por arte de magia en un día más quizás.
Estar enfermo apesta. Espero que este dolor se me quite pronto.