miércoles, 13 de agosto de 2008

Desánimo - todo sigue muy normal

Las falsas esperanzas son mortales. Dictan parámetros futuros de momentos que nunca sucederán. A veces lo hacen con una exactitud que supera tu imaginación.
Las falsas esperanzas son quimeras disfrazadas de realidad y por eso, en ocasiones, son tremendamente dañinas.
Las falsas esperanzas son cosa seria. Son las que te impulsan a "atreverte", te dicen qué hacer, qué cosas decir, qué escribir, y cómo reaccionar en un momento "clave". Son las que te invitan, te alegran y empujan a cruzar fronteras desconocidas.
A pesar de que estás conforme con todo en tu vasto mundo, las falsas esperanzas llegan y te dicen "otro mundo es posible. Toma este cohete, sube y viaja!".
Así como loco llegas a la estación donde venden los boletos de tu viaje espacial, no hay fila, te acercas a la caja, lo compras y notas que tiene un cohete de color marrón pintado con destino a otro mundo.
Tu ánimo empieza a desbordarse de manera obscena y sigues tu camino. Pero en la mitad del trayecto antes de abordar te das cuenta de que no es posible, nunca lo fue, no existen viajes ni otros mundos. Giras la mirada y la caja donde pagaste desapareció y estás de nuevo sumergido en tu mundo, al que ahora ves más chico que nunca, incluso asfixiante.
No sé cuántas veces atacan las falsas esperanzas, pero cada vez que lo hacen caes. Una mirada, una palabra, un gesto, una acción, un momento, una poesía, una canción, una dedicatoria, un sol, un día nublado, una tormenta, un desayuno, un almuerzo o una cena.
Las falsas esperanzas se esconden en todas partes y te dan lecturas equivocadas sobre situaciones o acontecimientos que parecen realizables, razonables, naturales, cosas que "se caen de su peso".
Hoy decidí que estaría más alerta a la falsas esperanzas. Ya no más.
Decidí seguir mi camino. Aquel cuyo destino desconozco, pero empiezo a visualizar. Cada día es un nuevo paso al desenlace de esta parodia luminosa.