Los besos son el colapso orgánico de una coincidencia.
Te los puedes imaginar, pero nunca son como los soñaste. A veces son deliciosos, otras veces saben a rayos, incluso los hay secos o demasiado húmedos.
Cuando besas en los labios tocas la raíz humana de la otra persona.
Por un segundo los dos se convierten en uno en una conexión indescriptible.
Al igual que los tiburones cuando muerden su presa, por una razón desconocida, involuntariamente cerramos nuestros ojos cuando besamos en los labios.
Si por accidente o curiosidad científica los abrimos en medio del acto nos encontramos con una imagen desproporcionada, más bien agigantada, frente a nosotros.
Un ojo cerrado gigante y las pestañas rozando nuestras pupilas tiemblan desprevenidas desconociendo que abrimos nuestros ojos en busca de no sé qué.
Puedes imaginar cómo sería besar a alguien mirando la forma de sus labios.
Es un acto tan humano, crudo, animal, instintivo que se vuelve - como todos los de su especie - prohibitivo. Debe darse únicamente en el marco de un acuerdo de larga duración entre dos partes. No pueden participar más que estos dos en una misma ocasión (aunque algunos intenten lo contrario), el uso descontrolado traerá sus consecuencias.
El beso es una manera de expresión. Es un salto de un precipicio. Es el principio y el final. El final de la curiosidad, el inicio de la culminación del deseo retenido.
Cuando se involucran las manos se convierte en un paso hacia el más allá. De hecho cuando entran las manos en acción se intuye que algo más sucederá a continuación, de modo que el acto del sencillo beso no queda allí, más bien se utiliza como base para el resto de la experiencia.
La colisión de dos cabezas de frente, el colapso de dos coincidencias.
El beso puede ser una marca indeleble o una mentira más. Depende de cómo se use.
El primero siempre nos quedará marcados: aunque haya sido con nuestra prima cuando apenas contaban ambos con seis años y se escondían tras un closet por mera curiosidad mutua.
El beso es un remedio, una medicina o una trampa.
Pero en definitiva cuando sucede es un episodio imborrable - a menos a que se esté bajo los efectos etítlicos naturalmente - pero cuando sobrios, no se borra, se queda contigo, el sabor, la piel, el roce de los labios.
El beso es el sello de una distancia que se acorta.